viernes, 7 de enero de 2011

15 minutos de rebajas en ZARA



  Vale, sí... reconozco que también estuve más de 15 minutos...
Gran parte de ellos en la cola, esperando para pagar las dos cosas qué conseguí rescatar de los montones de ropa que se acumulaban a los lados del suelo, todo hay que decir...

   Locura, empujones y masas de gente comprando compulsivamente en unas rebajas más bien ridículas... eso fue lo que nos esperaba a las más de 100 personas que esperábamos ansiosas a las 10 de la mañana en la puerta del ZARA de la calle Serrano.

   Vale que yo esto ociosa desde que mi queria empresa decidiera no renovarme el contrato, pero de verdad jamás pensé que habría tanta gente en mi misma situación... (aunque sea el mal de muchos y el respectivo consuelo de tontos, admito que me consuela...)

  En fín, sea como fuere, yo iba a tiro hecho a por las tres cosas que había fichado días antes. Cuál es mi sorpresa que cuando me dispogo a subir a la segunda planta a por los botines que había fichado días atrás, los dependientes se habían encargado de descolocarme mis futuras adquisiciones para recolocarlas a su antojo...

   Como si de una auténtica aventura se tratara -yo en el papel de Indiana Jones, por supuesto- tuve que esquivar los obstáculos que se me venían encima: señoras locas por encontrar el otro pie de un zapato, bolsos que volaban por los aires, chicas corriendo de un lado al otro poseidas por el espíritu de las compras complusivas... un paraiso en toda regla.




   Una experiencia cuanto menos interesante, aunque nada aconsejable y que -por descontado- no pienso repetir. Sí, ZARA está de rebajas, pero de rebajas ridículas y para colmo ni por asomo cumpliendo la promesa que anuncian en sus carteles del escaparate con el 50 % de descuento.

   Al final encontré los botines -en una talla más, pero al ser de cordones, valen-, pero admito que no me metí en la piel de todas aquelas mujees y chicas que fueron a gastarse los euros que el día antes les habían dejado los Reyes.

  Demasiada gente, poca rebaja, muchas piezas de colecciones anteriores y, para colmo, un guardia de seguridad que se rió de todas nosotras en nuestra cara... tan contento: "Venga señoras, entren rápido, que se acaba el género".

 En un momento de la mañana desistí de mi aventura de rebajas y encontré refugio entre dos columnas en una esquina desierta, desde la cual me limité a observar el panorama. Sentí miedo, lo admito.
   Sin embargo, poco después, y mientras me perdía en mis pensamientos, una solitaria camiseta consiguió llamar mi atención. Mientras otras intentaban abrirse paso entre la muchedumbre, cegadas por unas rebajas ridículas, una solitaria camiseta blanca me miraba coqueta y afirmaba muy orgullosa: "Yo no busco, encuentro". Sí claro...



   Todo ello en francés ("Je ne cherche pas, je trouve"), para darle un toque más chic a este día de locura. Yo he buscado y he encontrado de milagro. Luego me he comido una cola de una hora en la que casi muero de calor. Y para más INRI, las rebajas eran como de broma. Me están vacilando, claramente. Cogí mis bolsas y me fui. Hasta nunca.


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